La capital mexicana experimentó tres microsismos en la mañana de este martes. Estos temblores tuvieron su origen directamente en la ciudad, en lugar de las costas del Pacífico, donde suelen ocurrir la mayoría.
A menudo no notamos estos pequeños movimientos de tierra, pero son bastante habituales. De acuerdo con datos del Servicio Sismológico Nacional, más de 260 microsismos con epicentro en la Ciudad de México han sido registrados desde el año 2000, la mayoría pasando desapercibidos para los habitantes.
Estos fenómenos se relacionan con la activación de fallas menores en la Sierra de las Cruces, una cadena montañosa que divide el Valle de México del Valle de Toluca. En la metrópoli mexicana se han identificado diversas fallas geológicas, como las de Mixhuca, Santa Catarina, Xochimilco y Contreras. La urbe se asienta en una zona volcánico-tectónica susceptible a sismos.
No obstante, estas fallas son relativamente superficiales comparadas con las del Pacífico, donde los sismos resultan de la subducción, es decir, cuando una placa oceánica se desliza bajo una continental.
Por ello, los sismos en la Ciudad de México suelen ser de magnitud baja (menores a 3.8), y solo causan vibraciones perceptibles cerca del epicentro. Sin embargo, se sienten más fuertes debido a la naturaleza blanda del suelo de la ciudad, sumado a la cercanía al epicentro.
A pesar de que la probabilidad de un gran sismo con epicentro en la ciudad es baja, no se puede descartar completamente. En 1912, un terremoto de 6.9 grados en Acambay, Estado de México, resultó en 140 muertes y daños estructurales significativos.
Cabe mencionar que la alerta sísmica de la ciudad no se activa para sismos que se originan en el Valle de México, ya que el sistema está diseñado para detectar sismos que ocurren a mayor distancia.